sábado, 16 de febrero de 2019

Libres y rebeldes

Se veía todo tan claro.
Se veía a los peces
como si fueran pájaros.
Se veía tu sonrisa coqueta
encendiendo luceros.

Tus besos verbalizándose
en cualquier cuento.
Las manos como corales
palpándome la espalda.

Todo tan claro
en el fondo de un vaso de ron
que te escribí
otros tantos poemas de amor:

Te escribí tanto, tanto aquí dentro
que te tengo enmarañada a mis rizos
y dibujé tanto, tanto con los dedos
que memorizaron algunos recorridos:

La nube que te sube por la cabeza
y las escaleras de caracol de tu pierna.
El anverso de tu mano desdibujado
y los circuitos de tu pecho suscitado.

Yo paseé tanto, tanto con los dedos
que esbozaron olas del impresionismo;
le robaron cosquillas a tu ombligo;
salieron a correr por el costado
y llegaron a tus labios de vino.

Y te miré tanto, tanto...
Que te vi en las playas de San Pedro
junto al puerto buscando el invierno
y te vi en la sonrisa los hoyuelos
y en el mar tu cuerpo sereno.

El aire te llevaba la arena a los pies
y el sol te esclarecía con luz la piel.

El viento traía el olor del agua
y con el atardecer los dos volvíamos a casa.

Te olí tanto, tanto esos años...
Que a frambuesas tu cuerpo se quedó
y el aroma nos acompañaba a los dos
en esas noches y madrugadas
cuando en nuestro mundo solo hacía calor.

Y es que te noté tan dentro de mi,
que siendo los dos libres y rebeldes
la vida no era complicada de vivir
porque yo a ti era libre de quererte.

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